La especialista en primatología más famosa del mundo, se pone de pie, mientras su larga y blanca coleta se balancea sobre su espalda, y se relaja: “¡Ooo ooo oh-eh oh eee!”. Este estridente grito de chimpancé podría capturar la atención del público, pero Jane Goodall no necesita hacer algo drástico para que advirtamos su presencia. Vaya donde vaya, la gente se acerca a ella.
Goodall es adorada por su revolucionario trabajo de décadas con chimpancés salvajes, que luego se convirtió en una gran misión destinada a la conservación, y un compromiso a través de su programa global para jóvenes, Roots & Shoots, para inspirar a las próximas generaciones. Hoy Goodall pasa más tiempo en aeropuertos y hoteles que en los bosques, pero logra encontrar belleza y esperanza para nuestro futuro.
Reader’s Digest: Viaja 300 días al año, ¿por qué lo hace?
Jane Goodall: A mi edad, es cada vez menos el tiempo que me queda. Tengo un mensaje muy importante. El planeta ya no puede reponer por sus propios medios lo que consume. No tenemos mucho tiempo. ¿Cómo se mantiene motivada? Todos los días veo a niños pequeños. Pienso en cómo hemos dañado la Tierra desde que yo tenía su edad. Cuando comencé, los bosques se extendían a través de África. Ahora son solo áreas aisladas. Y en todo el mundo.
¿No le deprime? Claro. Pero eso significa que debo luchar con más fuerza. No es posible hacer nada solo, por lo que es preciso empujar a la acción a otras personas y crear una masa crítica de jóvenes que comprendan que, aunque se necesita dinero, las cosas no salen bien cuando vivimos para el dinero.
Trabajar con jóvenes es primordial para usted. Podríamos agotar nuestras fuerzas para salvar un bosque o una especie. Pero si la siguiente generación no va a cuidarlo, no tiene ningún sentido. Desafortunadamente, esa generación, en Occidente, vive en un mundo cada vez más virtual. Se le está negando la oportunidad de experimentar la naturaleza, y la naturaleza desempeña un importante rol en el desarrollo psicológico.
Fue una de las primeras en afirmar que los animales tienen personalidad y sentimientos. Crecí sabiéndolo. Cuando llegué a la Universidad de Cambridge en 1962, después de haber estado con los chimpancés durante dos años, me dijeron que lo había hecho todo mal. Puse nombres a los chimpancés, no números. Y no debía hablar de personalidades, ni de mentes capaces de resolver situaciones, ni de absolutamente ningún tipo de emoción en estos animales. Pero en mi infancia tuve un maestro que me enseñó que los profesores se equivocaban, ¡mi perro!
¿Qué le han enseñado los animales? Los animales nos enseñan a vivir el momento. Disfrutan plenamente de las cosas. No hay nada más maravilloso que ver a los chimpancés encontrar un buen árbol frutal: se abrazan y desbordan alegría.
¿Qué espera de su legado? Los programas que tenemos en África intentan aliviar la pobreza, porque es necesario que las personas se conviertan en socios para salvar la naturaleza. Si viven en una pobreza extrema, no van a hacerlo. Espero que mi legado realmente sea Roots and Shoots. Por otro lado también espero ayudar a que las personas comprendan que los animales no son simplemente cosas.
¿Cuando recuerda sus años en la selva con los chimpancés, quisiera volver? Claro. David Greybeard, el primero que dejó de sentir miedo de mí. Cuando le di un fruto seco y no quiso, pero apretó mi mano amablemente, lo que significa seguridad. También cuando Flo me dejó a su preciada cría que apenas caminaba y me acarició.