Llevas trabajando cinco horas seguidas. Tu mente empieza a divagar, tienes los hombros caídos y te pesan los párpados. Sabes que necesitas retomar el hilo. Por raro que parezca, tu mejor estrategia puede ser relajarte. “Si corres y no alimentas tu cuerpo, al final te desplomas”, dice Karen Turner, directora ejecutiva de Turner Efficiency Coaching, empresa canadiense que ayuda a las empresas a mejorar la productividad de sus empleados. “Lo mismo ocurre con el trabajo. Si no descansas, te derrumbas”.
Puede parecer contradictorio, pero si te tomas un respiro de la tarea que tienes entre manos puedes poner de nuevo en marcha tu cerebro, estimular tu motivación y mejorar tu concentración. Y como muestran algunas investigaciones recientes, las distracciones más tontas pueden tener un efecto especialmente positivo en tu poder de concentración.
Da una cabezada
La mayoría de nosotros dejamos de dormir la siesta en preescolar, pero algunos experimentos recientes sugieren que probablemente sea un error. Dar una cabezadita, aunque sea de 10 minutos, puede mejorar la lucidez, la memoria y el rendimiento cognitivo. También podría ayudarte a organizar tus ideas. En un estudio presentado en una conferencia sobre neurociencia en 2012, investigadores de la Universidad de Georgetown en Washington, D.C., observaron a 15 personas mientras descansaban. Mientras los sujetos dormitaban, el hemisferio derecho de sus cerebros —la zona relacionada con la creatividad— estaba más activo que el hemisferio izquierdo. Andrei Medvedev, científico involucrado en el estudio, especula con la idea de que esta actividad podría indicar que el cerebro está haciendo alguna limpieza útil durante ese periodo inactivo, como clasificar datos y consolidar los recuerdos. Los expertos afirman que el momento ideal para una siesta es entre el mediodía y las 4 de la tarde. Algunos recomiendan dormir una “siesta con cafeína”: beber una taza de café y después dormitar durante 15 minutos como máximo. La combinación puede estimular la energía y hacer que te sientas más despierto y agudo.
El poder de lo agradable
Ver fotos de cachorritos es bueno para el espíritu, pero también podría ser bueno para el rendimiento. En un estudio de 2012 llevado a cabo en la Universidad japonesa de Hiroshima, se pidió a los individuos que jugaran a una versión del juego de mesa llamado “Operación” que implica tener habilidades motoras precisas. Durante un corto descanso, a un grupo le enseñaron fotos de cachorros y gatitos mientras que al otro le enseñaron fotos de animales mayores. Cuando los grupos retomaron el juego, los participantes que habían visualizado las fotos de los animales más jóvenes mejoraron su puntuación en un 34%. Los del otro grupo mostraron una mejora de solo el 9%. Así que la próxima vez que te envíen una presentación de los “15 cerditos más simpáticos”, piensa en hacer clic como una inversión para tu agudeza mental.
Echa un vistazo a las redes
El divertido artículo de tu amigo en Facebook puede parecer una pérdida de tiempo, pero si dedicas unos minutos a ver tus redes sociales, puede que te ayude a concentrarte. En 2009, investigadores de la Universidad australiana de Melbourne descubrieron que los trabajadores que pasaban hasta un 20% de su tiempo a lo largo del día en Internet eran un 9% más productivos que sus compañeros que lo evitaban a toda costa. Sin embargo, este planteamiento tiene sus límites: se demostró que los niveles de productividad descendían cuando se pasaban más del 20% de su día conectados a la red. Para maximizar su efectividad, Brent Coker, el investigador que dirige el estudio, sugiere que se visiten las páginas que más te gustan. “Cuanto más disfruten del descanso, más aumenta la productividad”, afirma. Aconseja dividir el tiempo. “Después de 40 o 60 minutos, la atención empieza a decaer”, dice. “Es bueno trabajar ese periodo de tiempo y darse un descanso de unos 5-10 minutos”.
Deja divagar a tu mente
Como todas las actividades cerebrales queman glucosa, las multitareas pueden cobrarse un peaje en tu energía mental. Puedes contribuir a rellenar dichos depósitos si te tomas unos momentos para “resetear” tu cerebro. Soñar despierto es una forma de hacerlo: cuando dejas divagar la mente, le estás permitiendo que se refresque. “Te estás distanciando de las exigencias cognitivas que supone el cambio constante entre las distintas tareas”, afirma Vinod Menon, profesor de la Universidad de Standford en California que descubrió un mecanismo cerebral implicado en soñar despierto. La clave es la moderación. Cuando haces planes para salir a cenar o fantaseas sobre tu próximo viaje, merece la pena estar temporalmente en las nubes.